El aire acondicionado es un recurso habitual para aliviar las altas temperaturas, pero su utilización sin un mantenimiento adecuado puede derivar en problemas de salud. Investigaciones recientes señalan que un equipo en mal estado puede facilitar la aparición de infecciones y del conocido síndrome del edificio enfermo. De esto ha hablado largo y tendido la microbióloga Primrose Freestone en un artículo en The Conversation.
El síndrome del edificio enfermo es un conjunto de síntomas incluye dolor de cabeza, mareos, congestión nasal, tos recurrente, irritaciones cutáneas y fatiga. Un estudio realizado en 2023 en India, con una muestra de 400 trabajadores, constató que quienes pasaban entre seis y ocho horas diarias en oficinas climatizadas tenían más alergias, menor capacidad pulmonar y un mayor número de ausencias laborales que aquellos que trabajaban en espacios sin climatización.
Contaminación y liberación de sustancias nocivas
Los especialistas indican que el origen de estos problemas está frecuentemente relacionado con aparatos defectuosos o con escaso mantenimiento. En tales casos, los equipos pueden emitir al aire partículas químicas, alérgenos y microorganismos que deberían ser filtrados. Entre estas sustancias se encuentran compuestos como el benceno, el formaldehído y el tolueno, todos ellos nocivos para las vías respiratorias.
El aire acondicionado es un recurso habitual para aliviar las altas temperaturas, pero su utilización sin un mantenimiento adecuado puede derivar en problemas de salud. Investigaciones recientes señalan que un equipo en mal estado puede facilitar la aparición de infecciones y del conocido síndrome del edificio enfermo. De esto ha hablado largo y tendido la microbióloga Primrose Freestone en un artículo en The Conversation.
El síndrome del edificio enfermo es un conjunto de síntomas incluye dolor de cabeza, mareos, congestión nasal, tos recurrente, irritaciones cutáneas y fatiga. Un estudio realizado en 2023 en India, con una muestra de 400 trabajadores, constató que quienes pasaban entre seis y ocho horas diarias en oficinas climatizadas tenían más alergias, menor capacidad pulmonar y un mayor número de ausencias laborales que aquellos que trabajaban en espacios sin climatización.
Proliferación de hongos y contagios virales
La acumulación de humedad y polvo en el interior de los sistemas de climatización también favorece la aparición de hongos como Aspergillus, Penicillium o Cladosporium. En personas con defensas bajas o enfermedades previas, estas infecciones pueden complicarse y llegar a afectar órganos como el hígado, los riñones o el cerebro.
En algunos casos documentados, el aire acondicionado ha sido el vehículo de transmisión de virus. En una guardería de China, un brote de norovirus provocó síntomas gastrointestinales en 20 niños después de que el patógeno se dispersara desde la unidad de climatización de un baño. Aunque este virus suele transmitirse por contacto, la investigación confirmó que se propagó a través del aire.
La importancia de la limpieza y el control de humedad
A pesar de estos riesgos, los expertos subrayan que un aire acondicionado bien mantenido no solo es seguro, sino que puede ayudar a reducir la presencia de patógenos en el aire, incluidos virus respiratorios como el SARS-CoV-2. La limpieza regular de los filtros y la desinfección de los conductos son esenciales para prevenir problemas.
El control de la humedad también es clave. Permanecer durante largos periodos en ambientes excesivamente secos, algo común con el uso de estos aparatos, puede resecar las mucosas nasales y de la garganta, disminuyendo su función de defensa frente a bacterias y hongos. Por ello, combinar el confort térmico con revisiones técnicas periódicas resulta fundamental para proteger la salud.